jueves, 3 de septiembre de 2015

Flamengo y Botafogo a pie.

Día tres. Mayo 7.


El miedo continua ahí. Y pienso que tal vez nunca se irá. Hay personas más sociables que otras, yo no lo soy tanto, pero trato de que esto no me genere dificultades. Hoy hubo un pequeño avance, pude compartir algunas palabras con otros huéspedes, pero nada relevante, espero mañana tener mejor actitud.
Revisando mis notas descubrí que este día no escribí mucho. Fui muy conciso y breve. Por tal haré uso de mi memoria para enriquecer mi relato.
Caminé un resto. Mi recorrido inició en el mar. Por fin nos encontramos. Aunque no me impresionó. La primera playa que conocí, puesto que es la más cercana a Lapa, el barrio donde se encuentra el hostal, fue la playa de Flamengo. Es un lugar muy tranquilo, con poca gente. Esta playa está muy cerca al Aeropuerto Santos Dumont, el aeropuerto que actualmente enlaza a otras ciudades dentro de Brasil. Praia do Flamengo (vista en la fotografía de abajo) es una playa utilizada únicamente como lugar de esparcimiento, ya que sus aguas no son propias para el baño. Según Wikipedia, esta playa tiene 1.7 km., los cuales caminé hasta llegar a la playa contigua, Praia do Botafogo. Para llegar a esta playa a pie, se debe recorrer el parque do Flamengo, que cuenta con campos de fútbol y espacios para patinadores y ciclistas, y además presenta una increíble vista al Pão de Açúcar, una de las principales atracciones en Rio. Botafogo es una playa muy pequeña, en forma de media luna, y al parecer tampoco apta para el baño, porque no encontré a mucha gente en ella.



Crucé la avenida dos Naçoes Unidas para llegar al Centro Empresarial Rio, que está frente a la playa. El cruce peatonal me dio un poco de miedo. Se trata de un cruce subterraneo -ahora que lo pienso Rio no tiene puentes peatonales, nunca vi alguno-, para ciclistas y pedestres -peatones en español-. Sin embargo, no sabía si sería peligroso o qué encontraría. Afortunadamente no sucedió nada. (Tengo que abrir un paréntesis en mi relato y decir que Rio sí es una ciudad muy peligrosa, al menos así lo fui descubriendo. Se percibe una vibra extraña. Por ello mi nivel de paranoia y mi estado de alerta estaban en rojo. Trataba de que no se notara y me parece lo logré. Rio es una ciudad bien especial, con mucha oferta cultural y turística, pero desde mi punto de vista puede opacarse por esta situación). El Centro Empresarial sólo vino a reafirmar mi idea de que Rio no es Rio. Sin duda en este lugar no hay playa, pensé al estar ahí. Me senté un rato para descansar. Calculo que caminé unas cuatro horas más o menos hasta llegar a este punto.


Según mi guía amiga, el museo Carmen Miranda, dedicado a esta legendaria actriz y cantante porto-brasileña, estaba cerca de ahí y continuaba abierto, según el horario. Caminé unas cuantas cuadras, pregunté a una señora que me vio perdido, me indicó por dónde ir. Tenía que cruzar la calle. Faltaba poco. Finalmente vi un letrero y llegué. Pero no tuve suerte. Al parecer, porque no entendí mucho de lo que me dijeron los guardias de la entrada, el museo está cerrado por el momento. Y la verdad es que el edificio y el predio se veían descuidados. Quizá se encuentra en remodelación. (Buscando en la red descubrí que lo están reubicando a otra zona de Rio).
Repensé la ruta y decidí dirigirme a un espacio cultural que, aunque no esperaba mucho, me gustó bastante. Oi Futuro (Flamengo), un museo que, si tuviera que comparar, sería el Centro Cultural de España en México (CCEMX). Encontré dentro el Museu das Telecomunicações y una exposición bien buena, Eija-Liisa Ahtila, donde descubrí a esta artista contemporánea finlandesa que en verdad hay que seguir. Me gustaron mucho sus instalaciones audiovisuales, en especial Horizontal, la grabación de un árbol muy alto y el movimiento de sus ramas. Lo interesante es que el árbol está presentado, a través de unos seis proyectores, en una habitación lo bastante grande para verlo en su totalidad; sin embargo, gracias a su dimensión, el árbol se ve de manera horizontal, como si éste estuviera caído. Fue relajante. Estuve bastante tiempo en este lugar.


Después caminé sin rumbo fijo y llegué al Museu da República y a sus grandes jardines. No pude entrar ni a este ni al Museu de Folclore Edison Carneiro, ubicados en el mismo predio, ya que se estaba oscureciendo y aún estaba lejos de casa. Su jardín es impresionante y tiene estas palmeras que me enamoraron. La palmera de la que escribo es la conocida como Palmera Imperial, que alcanza alturas de hasta 40 m. En muchos lugares de Rio, y de Brasil en general, se pueden contemplar.


Finalmente, mi tercer día concluyó en otro de los puntos turísticos más visitados: Escadaria Selarón o la escalera de Santa Tereza, ya que conecta a este barrio, Santa Teresa, con Lapa. La escadaria -escalera en español- tiene una decoración a base de mosaicos hechos por el pintor chileno Jorge Selarón. (Recién me entero, al hacer un poco de investigación sobre este artista, que en 2013 fue encontrado muerto justo en los últimos escalones de esta escalinata, y se presume se suicidó quemándose, ya que se encontró junto a su cuerpo un solvente y un encendedor). Según internet, la escalera cuenta con 215 peldaños (los subí todos y salí bien librado), todos revestidos con piezas de cerámica que contienen dibujos o pensamientos de diferentes contenidos. Necesitaríamos todo un día para observar la obra completa. A la hora que llegué, a eso de las 17:30 hrs. aproximadamente, aún con luz, había mucha gente tomándose fotografías y buscando detalles en los mosaicos, recuerdo que también había vendedores de artesanías. Pero la verdad no recomiendo visitar este lugar más noche, pese a que tiene buena iluminación, y mucho menos si se va solo. No es una zona muy segura.
En general fue un buenísimo día. Rio es sorprendente.



*Tips de viaje: Después de que realicé la caminata entre Flamengo y Botafogo me enteré de que no es un lugar muy seguro y más porque no es muy visitado entre semana. Recomiendo estar muy atento en todo momento. Oi Futuro tiene entrada libre todos los días y vale la pena ir; el edificio tiene una terraza con una vista interesante, que invita a pasar un rato ahí; también hay una cafetería. Como mencioné no pude visitar el Museu da República, ni el Museu de Folclore, pero creo que recorrer sus jardines debería ser un punto obligado. La Escadaria Selarón es imperdible y además es gratis, podría decir que este lugar tiene toda la vibra carioca que Rio puede brindar.

Para una mejor experiencia lectora acompañe el texto escuchando O Sapo, interpretada por João Gilberto. :D

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